sábado, 18 de agosto de 2012

INSPIRATION IS ABOUT KNOWING WHERE TO LOOK



Después de todo, solo habían transcurrido treinta y seis  años desde que la higuera vana de la casa de Maximiliano se transformara para siempre en el símbolo de la abundancia vacía que la acompaño hasta hoy; mucho tiempo después de que su padre la cortara y plantase  en su lugar  un rosal trepador que florecía en todas las estaciones, en un eterno canto vegetal a la sabiduría de la luz . 

Lo que agoniza -se dijo mientras  veia su   imagen en un escaparate de zapatos baratos e imposibles diseños- es la  especie humana. Rió acordándose de que su abuela, sin saber nada  de la especie humana, hubiera dicho lo mismo.-¡Como si yo supiera algo de la especie humana! - Algo sabia ahora, no de la especie humana, sino de si misma. No quería volver a caer en la vejación consentida de exhibirse ignorante para nadie, ni siquiera, como hubo aprendido durante los años de su especialización, para evitar las agresiones verbales de los machos, que en un intento de defender su superioridad por machos, esta si agonizante, mantenían con la amenaza y la humillación lo que era imposible  sostener con la razón. Desde ayer  mismo tenia la certeza de que todos los pasos que había dado en su vida estaban encaminados a descubrirse paseando  por Broadway Road hoy,  con la cadencia segura de quien se sabe andando por su propio camino a pesar de los millones de sendas que se cruzan en cada movimiento de los pies. Quizá agonizara el milenio como sostenían los anuncios, la prensa, la televisión. Y sin embargo  anoche, cuando Ricardo le revelo parte de la verdad de aquel año, que hasta un momento antes  no  habia tenido  sentido  explicito, lo que murió para siempre fue una vieja  duda.

Ayer mismo supo que había atravesado los campos de La Mancha,  llegado y vivido veinticuatro años en el Madrid soñado de su primera infancia  - en el Madrid donde tantas veces murió y nació  para llegar a ser Paz de nombre, porque antes , entre los trigales del campo de Calatrava,  tuvo nombre de ciudad pagana, un nombre áspero que siempre la confundió , como su tierra,  hasta que diecisiete años mas tarde descubriera que su verdadero nombre era este, Paz-  para llegar a esta mañana , punto de encuentro del espacio y el tiempo -dijo, como si le hablara a él que le había descubierto , anoche, en una charla entrecortada y tenebrosamente sincera , su propia voz. La voz que había detrás de su propio nombre, del que no llevó durante sus primeros diecisiete años, el que fue imponiendo a golpe de voluntad   entre quienes la conocían incluida ella misma, y que ya tenia el contenido de todos las imágenes, de todos los momentos, de todos los dolores, de todas las risas y las esperanzas y las prestidigitaciones desmanteladas. Y el amor. Esto es el Amor. No dijo nada. No se lo dijo a si misma. Ninguna voz pensada le puso palabras a esa certeza. El amor era esa inmensa contradicción que la invadía, la reunión de todos los momentos de una vida en un espacio tan pequeño como un corazón humano. Entender. Entender por fin el principio de la abundancia vana derrotada por la belleza perenne del rosal blanco. Entender que la misma mano puede plantar los dos árboles, exuberante y baldío uno; ensimismado y romántico el otro. Y ambos en el mismo espacio, quizá sobre las mismas raíces, y con la efímera diferencia de tiempo que son cuarenta años de  la vida de un hombre para la vida misma.

Miguel Will, se repitió varias veces.  Había ido a ver la obra en Madrid, hacia casi dos años, al teatro Príncipe, cuando venir a vivir a  Londres era un proyecto casi imposible; en esos años en que creyó que había perdido  la fe en las personas para siempre, porque  cansada  de encontrarse con las mismas mentiras y los mismos insultos a la inteligencia y al amor cotidianos, fue ocultándose en el hastío y en la desazón de que nada importaba en el mundo que no fuera el poder de alguien sobre alguien. Un poder oculto detrás de las grandes palabras, detrás de todos los nombres con que se clasifican las trampas   que, mágicamente,  nos transforman en mas poderosos, aunque en realidad  mas débiles y tristes. Y pequeños.  Miguel Will fue un exorcismo de esos que duran toda una vida. Se lo hubiera contado ayer, porque ayer ya sabía que señales había seguido en su camino. Le hubiera dicho: - Ricardo, fuiste un profeta. Ahora que te conozco  un poco mas comprendo que toda tu vida  ha sido una equivocación planificada. Fuiste un profeta cuando querías ser un amante. Te presentaste  con tu discurso recién creado de sabiduría ancestral, de conocimiento vivo, y nos diste mas que palabras, nos diste confianza en nuestras propias convicciones; nos viniste a recordar que seguía valiendo mas morir de pie que vivir de rodillas,. Y que  el Gran Mundo, no nuestro raquítico mundo de humillaciones y victorias domesticas, sino el Mundo de las Personas Enteras, seguía creyendo en la razón  y practicándola. Porque esa, en esencia, es la única lengua común a todos los hombres que no viven en madrigueras, sino a la intemperie de la vida. Si deje atrás los campos de Miguel de Cervantes para venir a la tierra de William S (Miguel Will. No te lo conté) fue a entender, solo a entender mi camino, el que tuve que recorrer para reunir mis dos nombres. Vine a  resucitar mis sueños - lo que matamos viviendo de rodillas-  y lo hice porque un día, cualquier día de esos años sin fe en los que me desangraba en el tiempo sintiendo que el mundo enloquecía sin ningún pudor, tu pudiste  no ser honesto y lo fuiste.

Pero esta no era toda la verdad, era solo una puerta a la verdad,  porque tu querías ser admirado, conquistarnos, no a mi, a todos, a cualquiera de nosotros, uno por uno. Y a Todos como una sola  alma sometida secretamente a tu sabiduría, a tu ingenio, a tu embrujo   estudiado y provocadoramente   inocente. Puede que yo estuviera esperando  oir un discurso  como aquel  y te  eligiera  mucho antes de ti, incluso antes de que pronunciaras la primera palabra. No a ti por tanto, sino a mi propia voz oi. Y así, solo  fuiste un eco, un instrumento  de mi propio deseo, o tal vez algo,   no se si terrible o sublime: la transmutación de mi propia cobardía.  Por eso te creí cuando dijiste que el hombre que no vive como piensa termina pensando como vive. Estaba creyendo. Esa era la única verdad  y también el final y el principio de algo  que solo ahora empieza a tener argumento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario