sábado, 28 de abril de 2012


PRAE-TEXTO

Ella  nunca quiso creer que el hombre a quien amaba le arrebataría la Vida y la Muerte.
Él, violento enamorado sin memoria, no ha de envejecer, no ha de morir hasta encontrarla. En cualquier mundo, en cualquier continente, en cualquier ciudad, en cualquier tiempo.
Berlín los reúne. Berlín los renueva. Berlín los arrastra  a  algo llamado  Amor.


(ELLA)
ERES MI COROLARIO, EL PERFUME
más lívido y, sin embargo, puro.
Con la voz que asesino
voy a considerarte el único heredero
de lo que me estremece.
Ya tengo tu palabra, seguridad
que aguanta la próxima embestida.
Vas a decir  te quiero
y  sabrás, en lo alto,
que los augurios muerden cuando se necesitan.
Voy a decir que arrancas con tus pupilas arias
el mar que nos concede la serena osadía
de dar lo que nos falta.
Voy a pertenecerte, hoy , sin más destino
que el mundo hecho a medida
de los enamorados.

HE ESTADO EN ESTA LUCHA   
con  la yonky esperanza
que cuando expira, vence.
Si habitas el pasado y entretienes certezas
que del presente acuden
seremos la migaja que ilumina sin orden,
la decepción que vendrá a redimirnos.

¡Que terquedad amarnos!

Berlin, donde la turbiedad pierde el estilo
para reverenciar a la masacre.                                              

sábado, 14 de abril de 2012


                                    NINGÚN ORGANISMO PUEDE INVOLUCIONAR

Desde que el sistema inmune aprendió a distinguir “lo propio de lo ajeno” los seres vivos aprendieron a individualizarse. La gran epopeya de la vida consistía en delimitar el mundo externo del mundo interno. ¿Qué organismo sobreviviría cometiendo errores que habían abortado el crecimiento de si mismo y de la especie? No solo eso, sino que el interior de una célula produce, incluso, para que sobre, sabiendo que tiene integrada una “dead line” vital, y que cuando acabe su crecimiento y su desarrollo acabará su vida, más o menos longeva; preparando así el nacimiento de unidades vitales que abordarán el aprendizaje precedente para bien de la comunidad, y desde luego, para bien de la función organizativa del individuo.

La involución es la locura. La confusión entre el interior y el exterior es la enfermedad. Las sociedades tisulares no conceden importancia mayor a una célula u otra, no a su progenie, y de ninguna manera, perdonan sus errores. El vigilante biológico acelera la muerte programada de aquella unidad que haya perdido la función y la cooperación. No perdona el error de ventajismo ni de expansión. Simplemente interpreta los límites que se han extravasado y la invita a autodestruirse o la rodea de células limitadoras llamadas por los clásicos Natural Killer.

En estos días que llevamos un ritmo social vertiginoso hacia antiguos predicados, con declaraciones que no se atrevería nadie a interpretar en una vieja película de nazis, releo con urgencia The Cell, un libro libre, inicialmente escrito por Watson (el del DNA y su Nobel revolucionario) para poder dormir confiada. Al fin y al cabo, llegamos a través del RNA, una hebra sin carisma aparente, un puente entre el encofrado y la inteligencia, para hacernos al mundo de las arqueas: esos inservibles microorganismos –los homeless de la biologia- que encontraron en su cooperación, el camino a la célula tal y como la conocemos y , se quedaron en la despensa mitocondrial, para llegar al presente como recuerdo de que todos los pasos son fundamentales. 




sábado, 7 de abril de 2012

LA OTRA VOZ

CHAPTER (X MINUS SOMETHING)

Nunca se había sentido capaz para aceptar el sufrimiento y la pérdida del amor. Sentada en la habitación de un hospital frente a su madre, aquella última semana que vivieron juntas, vió por primera vez sus ojos reales, los ojos del miedo en una mujer que ya no era su madre, sino un ser humano maltratado y humillado por el trabajo, la pobreza, la escasez y la soberbia de los hombres y de sí misma. Y por la aceptación de todo ello como única forma de estar en el mundo. Allí, frente a la muerte, sin ninguna idea armada que pudiera protegerla del derrumbamiento y la desolación que se instala en los cuartos de los hospitales, con olor a barro ebrio, a alcohol digerido por las entrañas de todas las heridas humanas, como si un todo abstracto necrotico destilara ese vapor anestésico, y fuera apagando el sentido de la realidad cotidiana, regresándonos a otra que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio, fundiéndonos en una sola alma que crepita y se apaga, y quiere agarrarse al mundo, y ya no sabe quien es excepto por esa especie de memoria clandestina que se empeña en devolver la identidad persona a persona, como si la Vida se supiera sin tiempo, y quisiera, en un último y magnífico esfuerzo, recuperar su propio deseo en la individualidad: En lo que fue, lo que jamás emprendió, en la verdad simple de haber nacido y tener un nombre que contiene no solo letras, palabras, títulos, sino pasos, huellas que cada acción o su olvido, nuestra voz o su silencio, fueron esculpiendo, y con ellas el único camino reconocible en la penumbra de la soledad sin retorno para una conciencia buscándose a sí misma a punto de extinguirse. En esa ebriedad que no pudo o no quiso detener fue naciendo de nuevo, narrada por el deseo de su madre, el deseo anterior a ella misma, a ambas que ya no eran más que dos mujeres tratando de encontrar un sentido real a sus dos existencias . Aquellas palabras caían sobre el alma con el peso infinito de un mundo sobre un terreno de espuma, sostenidas tan solo por el hilo de la narración que les iba devolviendo a cada una, a través de un tiempo sin medida, el valor para seguir andando: Una hacia la muerte. La otra hacia la invención de su propio destino.