jueves, 18 de septiembre de 2014

Aquel guarro cabrón descabezó los doce pollos adolescentes en la primavera del 65, el año de las muertes de los abuelos. Luego, tiempo largo , he cargado con la burla del cerdo negro que nos ponía carne en la mesa.
- Era listo, el cabrón -decía Clarita- A ver si se libraba de su muerte cargándose a los vecinos. Un facha cualquiera.
Y padre desaparecia por no darle un tortazo que le volviera la cara hacia atrás
Fachas, -decia.
Nunca entendí el significado. Estábamos de acuerdo con lo que menos miedo inspiraba.
Si un pobre hombre de campo era rojo, no era por conocimiento, era por necesidad. Si otro era fascista,

tampoco era convencimiento, sino por amiguismo y avaricia. Porque una fanega de cebada costaba un año de trabajo, un año de privaciones, una generación perdida, a veces. Porque una mujer preñada no tenía un simple tomate que llevarse a la boca, y cuando lo conseguia, defendian a muerte el pan y la paja.
Y abortabas. Una y otra vez. Una y otra vez.

Un rico con un fusil no es mas que un rico sin un fusil.
El fusil de un pobre es un ancla.
(continuará)

Imagen de Ben Goode

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