viernes, 7 de junio de 2013

A-MAR

Amar conlleva dos ilusiones:
"A": vocal sin sueño, elevada
por su aspecto arcaico
al primigenio lugar
de la escultura verbal.
"Mar": terreno líquido, vivaz
e incluso agónico,
que parlamenta con el principio
esquivo
en una simbiosis imperfecta.
Ambas, requeridas para ajustar
el ámbito donde un paraiso
deposita su piedra primera
e infernal,
van a colaborar en la confusión
entre calles, manos, avenidas
y rencorcillos nonatos,
siempre que la filosofia
de estos dos vocablos
no exceda
los limites abisales de la piel.

En cuanto a ti,
por primera vez en invierno,
te recibo con el silencio
mientras olas frescas
acarician las plantas de los pies,
claro!,
y recitan el salitre anónimo
de millones de palabras:
"a" siempre primero, en ordenada
espuma,
y "mar" entonces, adentro,
adentro...

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